La lluvia caía a cantaros. Susana miraba a través de la ventana de su habitación el maravilloso espectáculo. Amaba sentir la brisa fresa, adornada con el peculiar aroma a tierra mojada que consigo traía la lluvia. Una tierna sensación invadía su cuerpo, un deseo enorme de sentir un abrazo que le proporcionara la tibiesa que complementa una tarde lluviosa. Hacia ya, cuanto? Dos meses?..si dos meses que había visto por ultima vez a Alberto. Le habría hecho llegar su dinero por medio a una agencia de envío. Supo que lo recibió porque llamo a la agencia, ya que él ni siquiera la llamó para avisarle. Y ella, claro está tampoco lo llamó a el, quizás por orgullo, quizás por dolor. El punto es que lo único que los unía aparentemente, era ese compromiso económico que ella tenía con el, ya que el se alejó totalmente, hasta el extremo de cambiar de correo electrónico y hasta de amigos. Sí, de amigos, ya que aquellos amigos que tenían en común, comentaban que él, ahora gerente de ventas de una gran empresa, se consideraba demasiado para ellos, y ya ni los buscaba ni se dejaba ver cuando estos lo hacían. Pero en fin, ya Susana había asimilado esa nueva etapa de su vida.
-Hoy es un buen día para ir al cine-pensó en voz alta-Llamaré a Adela para que vallamos.
Se dirigió hacia su habitación a buscar el teléfono. Susana vivía sola, en un pequeño apartamento de una habitación. Algo así como un aparta-estudio. Había tenido que recurrir a el cuando emigró a la ciudad y dejar a sus padres en su humilde pueblo. Tenía que hacerlo ya que en su pueblo no habían universidades y ella estaba decidida a "ser alguien" como orgullosa decía su madre.
Llamó a su amiga Adela y coordinaron ir al cine.
Se reunieron en la entrada del mismo. Susana vestía sencillamente. Lucia unos jeans, un t-shirt verde pastel con unas sencillas zapatillas del mismo color. Tenía el pelo recogido en un moño al descuido. A pesar de la sencillez con que iba vestida, su presencia acaparó la mirada de más de la mitad de los hombres que la veían pasar para entrar a la cafetería a comprar sus rocetas y refresco. Susana no era una mujer, dentro de lo común, bella. Más bien su atractivo radicaba en su personalidad, se diría que tenia un angel, un sexapell. Era delgada, tamaño medio. Su color era el típico mulato de su país. El pelo, le caía ondulado, negro azabache. con un cuerpo, tipico del Caribe, piernas torneadas, pecho medio, y un sencillo pero voluptuoso tracero. El contoneo al caminar era algo que la caracterizaba. Pero lo que mas sobresalían en ella eran sus ojos, grandes, color miel y pestañas pobladas.
Ese día en particular Susana había llamado más la atención, ya que, aunque iba sencillamente vestida, la ropa le hacia destacar sus zonas mas atractivas para el público masculino. Pero hubo una mirada de las muchas que recibió, que logró ruborizarla por completo. Fue un cruce de miradas breves, casi relámpago, pero que logró hacerla titubear y gaguear cuando Adela le preguntó que de qué queria su refresco. El era lato, fornido y de ojos marrones y mirada profunda. Hacia mucho tiempo, desde Alberto, que Susana no sentía ese frío en el estomago al ser vista por un hombre.
-Hoy es un buen día para ir al cine-pensó en voz alta-Llamaré a Adela para que vallamos.
Se dirigió hacia su habitación a buscar el teléfono. Susana vivía sola, en un pequeño apartamento de una habitación. Algo así como un aparta-estudio. Había tenido que recurrir a el cuando emigró a la ciudad y dejar a sus padres en su humilde pueblo. Tenía que hacerlo ya que en su pueblo no habían universidades y ella estaba decidida a "ser alguien" como orgullosa decía su madre.
Llamó a su amiga Adela y coordinaron ir al cine.
Se reunieron en la entrada del mismo. Susana vestía sencillamente. Lucia unos jeans, un t-shirt verde pastel con unas sencillas zapatillas del mismo color. Tenía el pelo recogido en un moño al descuido. A pesar de la sencillez con que iba vestida, su presencia acaparó la mirada de más de la mitad de los hombres que la veían pasar para entrar a la cafetería a comprar sus rocetas y refresco. Susana no era una mujer, dentro de lo común, bella. Más bien su atractivo radicaba en su personalidad, se diría que tenia un angel, un sexapell. Era delgada, tamaño medio. Su color era el típico mulato de su país. El pelo, le caía ondulado, negro azabache. con un cuerpo, tipico del Caribe, piernas torneadas, pecho medio, y un sencillo pero voluptuoso tracero. El contoneo al caminar era algo que la caracterizaba. Pero lo que mas sobresalían en ella eran sus ojos, grandes, color miel y pestañas pobladas.
Ese día en particular Susana había llamado más la atención, ya que, aunque iba sencillamente vestida, la ropa le hacia destacar sus zonas mas atractivas para el público masculino. Pero hubo una mirada de las muchas que recibió, que logró ruborizarla por completo. Fue un cruce de miradas breves, casi relámpago, pero que logró hacerla titubear y gaguear cuando Adela le preguntó que de qué queria su refresco. El era lato, fornido y de ojos marrones y mirada profunda. Hacia mucho tiempo, desde Alberto, que Susana no sentía ese frío en el estomago al ser vista por un hombre.
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